Autor: Editorial: protestantedigital.com
El mundo occidental actual se fundamenta en principios cristianos. En la Europa medieval en el catolicismo de Roma (con sus aportaciones y tiranías), y muy especialmente las democracias gracias a la Reforma y el cristianismo protestante; también con sus defectos pero que trajo libertad para todas las personas, estructurando a partir de ese punto la sociedad y la fe.
Esa sociedad occidental bebió de las fuentes bíblicas de la igualdad de todos los seres humanos ante Dios para ir rompiendo cadenas: con las mujeres, los niños, las razas, las clases sociales, hasta lograr una plataforma como la que conocemos hoy en Europa y Norteamérica (en Latinoamérica aún perdura el concepto católico de jerarquías y castas sacerdotales; tanto en las democracias como en parte de la propia iglesia evangélica).
Pero de la misma forma que hemos ido destruyendo el legado maravilloso de la naturaleza, también se ha corroído esa base de inspiración en verdades que emanan de la fuente de la Biblia.
Y quienes han heredado la libertad, la han ejercido para terminar con la libertad de los hijos de la Palabra, que son vistos como fundamentalistas peligrosos, enemigos sociales por cuestionar con su punto de vista el estilo de vida actual. Y por lo tanto hay que callarles, legislar para enmudecerles, usar los medios de comunicación para ridiculizarles, insultarles, dar la imagen más negativa posible de ellos usando cualquier idea por muy alejada que esté de la realidad.
Esto es lo que hacía Charlie Hebdo con el cristianismo, con la Biblia, con la idea del Dios bíblico. Más allá de la lógica crítica, traspasaron el umbral que hay entre la opinión y el insulto. Baste señalar una viñeta suya con un acto sexual explícito en un trío de figuras varoniles que representan a Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Ningún cristiano –gracias a Dios- ha tenido la mínima intención de responder haciéndoles daño en ninguna forma. Y sin duda alguna condenamos sin paliativos la bestialidad de acabar con sus vidas. Porque los crstianos son tolerantes, respetan y aman al enemigo, entienden que la propia verdad no se impone a golpes, porque la paz es el camino y no el odio o la venganza.
Pero Charlie Hebdo actuó de la misma forma con otro tipo de sociedad y creencia, que no ha generado países libres y democráticos. Donde ni los niños, ni las mujeres, ni otras creencias se ven desde la libertad individual y los derechos humanos. Donde hay intolerancia profunda, ojo por ojo al cuadrado con el enemigo (incluso con el diferente), donde la propia verdad se impone a golpes, donde el odio o la venganza son el camino.
Destruyendo el cristianismo han empujado al verdadero fundamentalismo. Socavando las ideas de quienes han aportado sus convicciones profundas para la sociedad occidental actual han dado lugar a una corriente que les destruye.
En los países árabes los cristianos están siendo destruidos, pero la fe cristiana (en su inmensa mayoría evangélicos) crecen de forma continua e inesperada. Porque tienen valor, no les importa su vida, asumen ir contracorriente. Dan su vida por el Jesús en quien creen y a quien aman y ofrecen las bases para una sociedad mejor.
Fundamentalismo ateo y fundamentalismo islámico. La respuesta en ambos casos debe ser la misma.
Amemos pues a todos los Charlie Hebdo. Amemos a todos los creyentes del islam.
No para dejar de decirles que lo que hacen está mal cuando es el caso, sino para ofrecerles el Camino, la Verdad y la Vida que es Jesús mismo. No hay mejor texto bíblico que el que pueden leer en nuestras vidas y corazones.
"Antes, protestar era un acto jurídico, ahora es uno de agitación. Fundamentalismo era volver a los fundamentos, hoy es ser fanático. La palabra lobby tenía un significado siniestro y malicioso, hoy se trata de negocios e influencias que cualquiera ejerce. La evangelización era anunciar la Buena Nueva y, hoy, para algunos significa hacer proselitismo religioso".
Alfonso Chíncaro
Alfonso Chíncaro
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